Ann Selin - PAM, Finlandia

No tenía ningún plan para el futuro, cuando salí de la escuela secundaria a la edad de 15 años, así que me dieron un trabajo en Liikeliitto, el sindicato predecesor a PAM, porque necesitaban una mensajera para el verano.

No tenía ningún plan para el futuro, cuando salí de la escuela secundaria a la edad de 15 años, así que me dieron un trabajo en Liikeliitto, el sindicato predecesor a PAM, porque necesitaban una mensajera para el verano.
Yo sabía que Liikeliitto era un sindicato. Nosotros éramos una familia típica de clase trabajadora; mi madre trabajaba en una lavandería y mi padre trabajaba para la ciudad, y ambos estaban afiliados a sus sindicatos. Pero no hablábamos mucho de política en casa.

En mi primer día de trabajo, la primera tarea fue recoger el correo del día, en la oficina de correos, en el centro de Helsinki.
He estado trabajando para el sindicato desde entonces y he pasado por todos los rangos jerárquicos sindicales. Ahora estoy liderando el Sindicato Unido de Servicios PAM y representando a más de 230.000 miembros.

Los trabajadores necesitamos una voz que nos represente, y sin sindicatos no es posible. Tengo la fuerte convicción que lo que hago es correcto y justo. El poder que genera la alianza de personas trabajando hacia un mismo objetivo es fascinante, y me siento privilegiada de tener la posibilidad de trabajar con tanta gente maravillosa.
Yo disfruto especialmente la negociación. La atmósfera durante las negociaciones colectivas es tensa, y uno tiene la sensación de estar justo en el meollo de las cuestiones importantes. Las reuniones con pequeños grupos de miembros, casi siempre arrojan muy buenas ideas y pensamientos.

Uno de los mayores logros durante mi carrera ha sido la inclusión en los convenios colectivos de la licencia por maternidad y permiso de paternidad pagos y el hecho de haber alcanzado que los trabajadores a tiempo parcial estén ahora en pie de igualdad con los trabajadores a tiempo completo.

A principios de los años 80, trabajando como empleada de oficina, empecé a hacer campaña en apoyo a la compañera Maj-Len Remahl para que se convirtiese en la presidente del sindicato. Fue una movida muy audaz. En ese entonces lo habitual, incluso para los sindicatos que representaban a trabajadores que en su mayoría eran mujeres, era elegir a un presidente hombre.

Pero los tiempos estaban cambiando. Maj-Len fue elegida Presidenta después de una dura resistencia. Ella confiaba en mí y me hizo funcionaria del sindicato. Era un papel muy exigente para una mujer joven de limitada experiencia y educación limitada. Pero seguí adelante.

Mejorar la situación de las mujeres es una cuestión clave para el movimiento sindical. A través de sus acciones, el movimiento sindical está generando sus propias formadoras de opinión y mujeres líderes. Las mujeres deben involucrarse en la enunciación del contenido de la actividad sindical, mediante la participación en las mismas, es decir, abriendo sus propias puertas.

Nos necesitamos unas a otras, compañeras! Juntas podemos cambiar el mundo. Participa, asume la responsabilidad, deja tu huella!